Si alguna vez te has encontrado con alguien que dice «alquilo mi piso solo unos meses al año» o «tengo un contrato que no es de larga duración, pero tampoco vacacional», seguramente estaban hablando de un contrato de alquiler de temporada. Y es que este tipo de contrato es como ese primo lejano del alquiler habitual: no siempre se le entiende, pero cumple su función como nadie.
En este artículo te vamos a contar de forma clara, sin rodeos, cómo funciona un contrato de alquiler de temporada. Qué es, qué lo diferencia de otros tipos de alquiler, qué leyes lo regulan, qué derechos y obligaciones conlleva, cuánto dura y, sobre todo, cómo puedes gestionarlo sin dolores de cabeza (spoiler: con un buen software de gestión todo mejora).
¿Qué es un contrato de alquiler de temporada?
Vamos al grano: un contrato de alquiler de temporada es un tipo de arrendamiento en el que se cede el uso de una vivienda por un tiempo limitado, pero no con la intención de que el inquilino establezca en ella su residencia habitual. Es decir, no es para vivir indefinidamente, sino por razones concretas y temporales: trabajo, estudios, tratamiento médico, prácticas, etc.
Por ejemplo, imagina que un ingeniero se traslada durante seis meses a otra ciudad para liderar un proyecto. En ese caso, firmar un contrato de temporada tendría todo el sentido del mundo. Lo mismo ocurre con un estudiante de máster que pasa un curso fuera de su ciudad.
Eso sí: este tipo de contrato no debe confundirse con el alquiler turístico o vacacional. Aunque ambos son temporales, en el alquiler vacacional hay un enfoque turístico, y se rige por normativas autonómicas diferentes. El contrato de temporada, en cambio, está pensado para estancias temporales pero no vacacionales.
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¿Cuál es la legislación que se aplica a los arrendamientos de temporada?
La legislación que regula el alquiler de temporada en España está clara: la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), concretamente en su artículo 3.2. Este artículo deja claro que el arrendamiento de temporada es un contrato que queda fuera del régimen general de vivienda habitual (que suele tener una duración mínima de cinco o siete años según el tipo de arrendador).
Además, el Código Civil también entra en juego para regular todos aquellos aspectos que no estén recogidos expresamente en la LAU.
Eso sí, hay un punto clave: la causa del arrendamiento debe quedar bien reflejada en el contrato. No basta con decir “alquiler temporal”, hay que dejar claro por qué el inquilino alquila esa vivienda solo por un tiempo determinado (trabajo, estudios, etc.). Si esto no queda bien justificado, se corre el riesgo de que el contrato sea considerado como uno de vivienda habitual, y entonces cambiarían las reglas del juego.
¿Cuáles son los aspectos más importantes a nivel legal?
Vale, ahora que sabemos qué es y qué leyes lo regulan, veamos los aspectos legales clave para no meter la pata:
- Motivo temporal bien definido: como decíamos, hay que especificar en el contrato por qué el inquilino ocupará esa vivienda solo durante un tiempo concreto. Esto es esencial para que el contrato se considere de temporada y no de vivienda habitual.
- Duración claramente limitada: debe haber una fecha de inicio y de fin bien establecida. Y una vez finalizado, el contrato no se prorroga automáticamente como en el caso de los contratos de vivienda habitual.
- No hay prórroga obligatoria ni tácita: al tratarse de un contrato excluido del régimen general, no existe la obligación de renovarlo. Si el inquilino quiere quedarse más tiempo, hay que hacer un nuevo contrato.
- Fianza legal mínima: la LAU obliga a depositar una fianza equivalente a un mes de renta en estos contratos, aunque se pueden pactar garantías adicionales.
- No se exige uso como domicilio habitual: de hecho, si el inquilino termina usándolo como tal, puede haber consecuencias legales, ya que se estaría incumpliendo el objeto del contrato.
Derechos y obligaciones en un contrato de alquiler de temporada
Tanto arrendador como inquilino tienen que conocer bien sus derechos y obligaciones, para evitar malentendidos o problemas futuros.
Derechos y obligaciones del arrendador
- Cobrar la renta acordada en tiempo y forma.
- Recibir la vivienda en buen estado una vez finalizado el contrato.
- Establecer cláusulas claras sobre gastos (suministros, mantenimiento…).
- Solicitar fianza y, si lo desea, garantías adicionales.
Derechos y obligaciones del inquilino
- Usar la vivienda exclusivamente para el fin temporal pactado.
- Pagar la renta y los gastos según lo estipulado.
- Cuidar la vivienda y devolverla en el mismo estado.
- Avisar de cualquier daño o avería relevante.
Ambas partes pueden incluir en el contrato otras cláusulas adicionales siempre que no contradigan la legalidad vigente.
¿Cuál es la duración de un contrato de alquiler de temporada?
Aquí no hay una duración mínima o máxima establecida por ley. Lo importante es que la duración responda a la necesidad temporal concreta del inquilino.
Puede durar un mes, tres, seis o incluso once meses. Lo fundamental es que se justifique esa temporalidad. Por ejemplo:
- Tres meses por prácticas universitarias.
- Cinco meses por desplazamiento laboral temporal.
- Un curso académico por estudios universitarios.
Y, como mencionamos antes, una vez termina el contrato, termina. Si ambas partes quieren continuar, deberán firmar uno nuevo.
¿Cómo gestionar correctamente los alquileres de temporada?
Ahora viene lo práctico. Porque, seamos sinceros, gestionar alquileres de temporada puede ser un lío: entradas y salidas constantes, distintos contratos, control de pagos, seguimiento de fianzas, comunicación con inquilinos… Un verdadero caos si se hace todo a mano o con hojas de Excel.
Por eso, contar con un software de gestión de alquileres es una maravilla. Te permite:
- Crear y almacenar contratos personalizados fácilmente.
- Controlar la duración de cada contrato y recibir alertas de vencimiento.
- Gestionar pagos y fianzas de forma automatizada.
- Tener una base de datos con todos tus inquilinos.
- Llevar un historial de incidencias o mantenimientos.
- Generar informes y estadísticas para tomar mejores decisiones.
En definitiva, si gestionas varios alquileres de temporada (o estás empezando a hacerlo), un buen software te ahorra tiempo, errores y dolores de cabeza. Además, mejora la experiencia tanto del arrendador como del inquilino.
El contrato de alquiler de temporada es una herramienta legal muy útil, especialmente en una sociedad donde cada vez hay más movilidad por trabajo, estudios o circunstancias personales. Es flexible, claro y se adapta perfectamente a quienes no necesitan una vivienda habitual, pero sí un hogar temporal.
Eso sí, para evitar sorpresas desagradables, es clave:
- Dejar bien claro el motivo del contrato.
- Cumplir con los requisitos legales.
- Redactar bien cada cláusula.
- Gestionarlo todo con cabeza… o mejor aún, con tecnología.
Si estás metido en el mundo del alquiler (como propietario, gestor o agencia), apostar por un software de gestión de alquileres no solo te facilitará la vida, sino que te permitirá escalar tu negocio con confianza y profesionalidad.
Porque sí, gestionar alquileres puede ser sencillo… si lo haces con las herramientas adecuadas.
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